Thursday, 12.09.2024 - La Paz

Foro TSE: Bolivia, la urgencia de una estrategia renovada de desarrollo y de institucionalidad democrática

La polarización política y la fragmentación regional han debilitado los esfuerzos de integración y cooperación entre los países Latinoamericanos.

América Latina ha enfrentado una serie de desafíos económicos y sociales en las últimas décadas, que han ralentizado su crecimiento y profundizado las desigualdades sociales. Aunque la región cuenta con recursos naturales abundantes, su dependencia de estos ha creado un ciclo de crecimiento económico inestable y ha retrasado las reformas estructurales necesarias. Enrique García examina los principales problemas que enfrenta América Latina, la necesidad de una agenda renovada de desarrollo y las oportunidades para mejorar su competitividad global. En la segunda mitad del siglo XX, América Latina representaba el 18% del comercio global, cifra que ha disminuido a un 5% en la actualidad. Este descenso en la participación global refleja un deterioro en los índices de competitividad y productividad en comparación con otras regiones. Mientras que otros continentes han modernizado sus economías y desarrollado infraestructuras eficientes, América Latina ha quedado rezagada, lo que ha limitado su capacidad de competir en el mercado global.

Desigualdad Social Persistente: La desigualdad sigue siendo un problema crítico en América Latina, siendo la región con la mayor inequidad social del mundo. Aunque se ha logrado una reducción en los índices de pobreza, la concentración de la riqueza sigue afectando la estabilidad social. Los altos niveles de desigualdad, como lo indica el coeficiente de Gini, son un reflejo de las políticas económicas que han favorecido a sectores específicos de la población, sin garantizar una distribución equitativa de los beneficios del crecimiento económico.

Dependencia de las Ventajas Comparativas: La economía latinoamericana ha sido históricamente dependiente de sus recursos naturales y materias primas, especialmente en Sudamérica. Esta dependencia ha creado un ciclo económico vinculado a los precios internacionales de estos recursos. Durante los periodos de precios altos, las economías de la región crecen rápidamente, pero enfrentan crisis durante los periodos de precios bajos. Esta falta de diversificación económica ha limitado la capacidad de la región para desarrollar industrias de valor agregado que puedan generar crecimiento sostenido a largo plazo.
Uno de los problemas más profundos que enfrenta América Latina es la falta de visión a largo plazo y de reformas estructurales. La región ha sido testigo de "optimismos desmesurados" durante los periodos de bonanza económica, sin aprovechar esos momentos para implementar reformas duraderas. Además, el fenómeno del "refundacionismo", donde los nuevos líderes rechazan las políticas de sus predecesores en lugar de continuar con los avances, ha frenado el progreso institucional y económico.

La polarización política y la fragmentación regional han debilitado los esfuerzos de integración y cooperación entre los países latinoamericanos. Iniciativas como el Mercosur y la Comunidad Andina han sufrido reveses debido a la falta de una visión común y de liderazgos que prioricen la cooperación. La fragmentación ha afectado negativamente la capacidad de la región para negociar colectivamente en el escenario internacional y ha reducido su influencia global.

Frente a estos desafíos, es necesario replantear el enfoque de desarrollo en América Latina. La región debe adoptar una estrategia que se base en cuatro pilares fundamentales: estabilidad macroeconómica, eficiencia económica, equidad social y sostenibilidad ambiental. La estabilidad macroeconómica es esencial para garantizar un entorno favorable para la inversión y el crecimiento. Mejorar la eficiencia económica requiere el desarrollo de capital humano y la adopción.

Enrique destacó que la coincidencia entre los participantes en temas fundamentales genera esperanza, especialmente sobre la necesidad de construir una institucionalidad democrática viable en Bolivia. Expresó preocupación por la creciente polarización política tanto en el ámbito mundial como en Bolivia, donde los discursos extremos dominan y los actores no reconocen los méritos de sus oponentes, lo cual dificulta la construcción democrática.

Enfatizó la importancia de los estadistas, aquellos líderes capaces de reconocer tanto éxitos como fracasos y adaptarse a los tiempos. Señaló la necesidad de reconstruir partidos políticos debilitados y la institucionalidad democrática, argumentando que la sobredependencia del Estado en la economía y la falta de un sector privado fuerte son problemas estructurales. Además, mencionó el aislamiento internacional de Bolivia y la mala percepción del país en foros globales, derivada de políticas equivocadas y relaciones internacionales mal gestionadas.

Concluyó que el financiamiento externo es crucial, pero solo se obtendrá con un planteamiento serio y coherente, más allá de promesas vagas. También subrayó que el país necesita coaliciones fuertes para avanzar en un camino sostenible y evitar el deterioro social y económico, sugiriendo que los logros sociales deben ser protegidos.

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