Los datos personales como bienes colectivos
Cuando hablamos de vigilancia, big data y datos personales, lo primero que hacemos es dirigir la mirada a los estados y sus agencias de inteligencia. Pero puede ser que estemos errando el blanco. Antonio Casilli sostiene que “los actores de la vigilancia de masa son empresas, y son Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft.”
Un interesante debate se llevó a cabo en salones de la Vicepresidencia, durante el conversatorio “Debates sobre tecnología, trabajo y soberanía tecnológica”, que abordó la temática de los retos a la soberanía tecnológica y el uso de datos en Internet, en una actividad conjunta entre FES Bolivia, la Agencia de Gobierno Electrónico y Tecnologías de Información y Comunicación AGETIC, y la Vicepresidencia de Bolivia.
Casilli, sociólogo especializado en Internet y con investigaciones en la comunicación mediada por computadoras, el trabajo y la política, sostiene que las grandes empresas de la web, generalmente vistas como lugares de consumo de información, son en realidad espacios de producción, porque cada vez que damos un like, compartimos fotos o comentamos, estamos en realidad produciendo datos que luego empresas como Facebook, monetizan. Precisamente es la monetización de los datos de sus usuarios, la base de su modelo de negocios.
Esta realidad produce muchos debates y reflexiones, pero también permite darnos cuenta de que “los datos personales son bienes colectivos. La información que doy, produce vínculos, es decir, nuevos datos referidos por ejemplo a la gente de mi entorno. No hay nada más colectivo que un dato personal”, afirmó el experto.
Pero hay plataformas donde estas actividades productivas son remuneradas. Así nace la discusión respecto a los microtrabajadores, que en última instancia lo que hacen es enseñar a la inteligencia artificial a reconocer y distinguir imágenes, sonidos, palabras, etc. En la actualidad se calcula que existen cien millones de microtrabajadores a nivel mundial. Los países que demandan este microtrabajo son Estados Unidos, Australia, Reino Unido, Canadá, Francia, etc. Al otro lado, Bangladesh, China, India, Filipinas y Ucrania están entre los países que más mano de obra ofertan en este rubro.
Antonio Casilli reflexionó respecto a que, si bien existen barreras cada vez más estrictas para frenar la migración a los países del norte, no existen barreras para esta “migración laboral virtual”. En consecuencia, el acceso a los derechos laborales es demasiado débil. Pero tampoco los estados disponen, en estos casos, de herramientas de regulación fiscal por ejemplo.
El debate se refirió a las nuevas formas de colonialidad, al lugar donde se crea el valor, a las posibilidades de los estados de regular estas actividades; pero también se discutió acerca de las lecciones aprendidas en el marco del proceso de cambio en Bolivia, y cómo estas pueden ser traducidas para generar derechos laborales en el nuevo contexto.
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